“Sobre el Mal…”

“Por supuesto que existe el mal. El mal es absolutamente inherente a la condición humana, no por una cuestión de naturaleza sino precisamente porque somos seres de lenguaje existe esta categoría que es la categoría del mal.

En el terreno natural no podemos hablar de eso.

El mal no existe en los animales, ni el mal ni el bien; son categorías morales que no se pueden plantear.

Ningún animal actúa ni por maldad ni por crueldad; las leyes naturales no admiten esa clasificación.

Eso solamente nos incumbe a los seres de lenguaje. El mal forma parte, efectivamente, de la condición humana porque precisamente el ser humano es el efecto de la palabra.

Estamos hechos de palabras y, por lo tanto, no hay nadie, ningún ser humano, que esté liberado de la implicación en el mal.

Por supuesto que la labor civilizatoria, lo que llamamos el proceso cultural, hace que efectivamente las pulsiones se encaucen de tal manera que, a partir del lazo social, la gente pueda convivir pero eso en cualquier momento se puede transformar.

Desde acciones que quizás su trascendencia no es demasiado grave hasta el espanto de la guerra, del sadismo, de la perversión en el sentido de la crueldad, el mal existe.

El mal que infligimos a los otros, el mal que nos infligimos a nosotros mismos, en general, de formas inconscientes.

Hay una tendencia que el psicoanálisis descubrió que es la tendencia que llamamos la ‘pulsión de muerte’ que es no solamente actuar, ejercer el mal hacia otros, sino fundamentalmente el mal que ejercemos sobre nosotros mismos sin ser conscientes de ello…”.   Gustavo Dessal.

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“La balsa de la Medusa”  Théodore Géricault, 1819.