Revista Izaqui

Revista Izaqui: Una perspectiva creativa en el campo de la psique

“La añoranza de los dioses”

Número: Año:  Diciembre 2008

Colaboradores:Lilia Rentería Moreno
David Francisco Ayala Murguía
Martha Torres Landa Lance
Antonio Bello Quiroz
Marisa Alcázar Escobar
Juan Vives Rocabert
Roberto Castro Rodríguez
Diana Ugarte Dornbierer
Eli Morales
Lorenzo de Achirica y Valladares
Intermezzo-Jack kerouac, David Ayala Murguía
Andrea Ávila de Garay
María de Lourdes Portillo Coronado

Editorial

Por: Dra. Lilia Rentería Moreno

Reunir a un grupo de psicoanalistas de diversas formaciones es toda una faena que se logra llevar a cabo solamente con la premisa de conservar el paradigma, de partir de él: el deseo es inconsciente.

Es por todos conocido que las formaciones del inconsciente en cualquiera de sus modalidades no son sino una expresión más o menos alejada del deseo. No se devela desnudo jamás el deseo, no sería tal. Siguiendo esta línea de pensamiento, los dioses van adoptando disfraces que reflejan el narcisismo, en ocasiones engrandecido y, en otras tantas, vapuleado del sujeto que se rinde frente a la ilusión de la imagen que creó. El dios no es así arquetípico en el sentido laxo de la palabra, más bien se moldea dentro de cartabones culturales sostenidos en una estructura lingüística por demás inconsciente. Los dioses no se conforman consigo mismos, se transforman ordenando al sujeto a transfigurarlos y renombrarlos con una verdadera exigencia egoísta. Tal es la pasión del individuo que reclama justicia y se rinde a la patria, como aquél otro que se flagela expiando sus culpas y aquel que se autonombra representante del dios en la tierra. Todos los dioses son celosos de sí mismos, tanto que reclaman absoluta fidelidad y entrega.

Los dioses siempre están: en el andrógino, en la neurociencia, en el mito, en los héroes, en el cuerpo, en el padre, en el anhelo, en el humor, en fin… en el protón pseudos del que parte cualquier argumentación, pues no se libera de apostarse en la creencia. Esto es lo que leeremos en este número. Con esta publicación nos congratulamos de poder encontrar variadas reflexiones sobre el tema de los dioses. El lector puede coincidir o no con las conclusiones e incluso con la bibliografía elegida para la elaboración de los artículos, esto no le quita seriedad y solamente confirma también que dentro del psicoanalismo protegemos una mística personal.


“Lo transgeneracional. Lo psicosomático”

Número: Año: Octubre 2011
Colaboradores:Lilia Rentería Moreno
Roberto Castro Rodríguez
David Francisco Ayala Murguía
Magdalena Ochoa
Catalina Harrsch Bolado
Rodolfo Zermeño Torres
Concepción Linage Álvarez
María Teresa Mendoza Zavala
Diana Ugarte Dornbierer
Alonso Barrera
María de Lourdes Portillo
Alonso Zoliker
Alfonso Barrera
María Magdalena Batista

Editorial

Lilia Rentería Moreno

Los significantes “psicosomática y transgeneracional” tienen ambos  valor de holofrases.

Es difícil decir a cuántas generaciones nos referimos cuando hablamos de lo “trans”, o qué de todo lo ocurrido a nuestros ancestros debe ser tomado en cuenta, aun así sabemos que no es de ninguna manera posible pensar la dinámica de la psicopatología sin el peso de todos esos fantasmas que nos anteceden y que forman parte del linaje personal.

El cuerpo además es un reducto del logos y del eros. Es lamento y orgasmo. Dolor y pasión. Una alianza entre lo imaginario y lo real que camina tangencialmente hacia el destino de la muerte, recreada en símbolos sagrados matizados de religión y ciencia.

Después de que en psicoanálisis se acuña el concepto de “proyección” es imposible pensar que la relación con el mundo y las cosas es clara y llana, esto incluye la relación del sujeto con su cuerpo. El organismo es cosa de médicos, el discurso sobre el organismo y el cuerpo son patrimonio del psicoanalista. La enfermedad puede ser mirada por el paciente desde el lado del destino familiar, del fracaso, del castigo, incluso desde la debilidad, todo en el equilibrio que permita el Otro en su relación con el cuerpo sufriente y gozoso.

Pero además existe la posibilidad de convertir cualquier parte del cuerpo en una zona erógena y, en su combinatoria con lo simbólico, hasta las funciones del organismo que se representan de manera singular en cada sujeto. El médico tiende a pensar que esto sucede casi de manera aleatoria, el psicoanalista tiene como premisa entender el significante de la enfermedad en la imbricada constelación familiar, transgeneracional, en una puesta en escena posible solamente por la sujeción temporal a la cultura y lo que de castración nos exige.

Antes que nada, el sujeto que enferma sufre todo-él, recordemos a Freud, citando a Wilhelm Busch: “En la estrecha cavidad de su muela, se recluye su alma toda” (Freud, 1914: 79).


“Más allá de la posmodernidad” 

Número: Año: Diciembre de 2013 
Colaboradores:Alondra Ariza Covarrubias
Andrea Ávila de Garay
David Francisco Ayala Murguía
Juan Pablo Brand Barajas
Miguel Ángel Bribiesca Acevedo
Lilia Castro Rentería
Concepción Linage Álvarez
Gregorio Morales Avilés
Miguel Ortiz Robles
Betzaved Palacios Gutiérrez
Pablo Pérez Castillo
Lilia Rentería Moreno
Marta Torres Landa Lance
Andrés Cuauhtémoc Tovilla Sáenz
Sergio A. Velázquez Rangel
Rodolfo Zermeño Torres
Fermín Zumano

Editorial 

 Lilia Rentería Moreno

El tema de esta revista es la posmodernidad. De entrada el nombre sugiere un más allá de… la modernidad.

En esta materia no existe un criterio de verdad, de certeza. Al parecer en sociología el término se ha utilizado para describir lo que sucede alrededor de los años setenta del siglo pasado en algunos grupos sociales y en las economías predominantes de muchos países del mundo.

Se trata de cambios, sensibles no sólo en la economía, sino con graves repercusiones en el ser humano y en los campos artístico, cultural, literario y filosófico. Dentro de todo ello, ¿qué pasó con el sujeto del psicoanálisis?

La posmodernidad urge al sujeto a sumarse a una profusión de mercancías. Ya no se trata únicamente de una renovación de los paradigmas culturales ni de las múltiples crisis de las tradiciones culturales, sociales y religiosas. Se introduce una inercia que impone creencias casi teológicas con el barniz impositivo del imperativo categórico del discurso del amo. Se anula al ser, al sujeto en aras de la uniformidad y la estadística.

El discurso biologisista participa en el movimiento incorporándose al psicoanálisis con renovadas fuerzas en su intento por desarmar la individualidad, ¿por qué no? tal vez se descubra un medicamento para sancionar al inconsciente. O ¿qué tal un espectro conductual detallado para la angustia? Puede ser que no todo el escenario sea tan terrible y nos veamos obligados a renovar nuestro setting  con nuevos elementos. Lo que sabemos es que ya no hay vuelta atrás…


“Agresión y Violencia” 

Número: 4 Año: 2016 

PORTADA IZAQUI 2016